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viernes, 18 de mayo de 2012

"METRÒPOLIS" Fritz Lang

«Metrópolis» y un teatro furioso

El clásico de Fritz Lang,
con la música de Oviedo Filarmonía, un éxito rotundo en un Campoamor a rebosar

Colas hasta Uría para entrar en el Campoamor, ayer, antes del inicio del pase de «Metrópolis». | nacho orejas

Colas hasta Uría para entrar en el Campoamor, ayer, antes del inicio del pase de «Metrópolis». | nacho orejas
MULTIMEDIA
Estuvimos cerca de la maravillosa lampara.
Chus NEIRA


Antes de las frenéticas secuencias que enfilan los últimos minutos de «Metrópolis», la joya del expresionismo alemán rodada por Fritz Lang a finales de los años veinte del pasado siglo, un rótulo anuncia: «Furioso». En la reposición de la cinta programada por la Universidad de Oviedo ayer por la noche en el teatro Campoamor, con la música original de Gottfried Huppertz en directo a cargo de la orquesta Oviedo Filarmonía, dirigida por Marzio Conti, el público también se mostró furioso. En un sentido cultural.


Más de 1.150 personas pusieron el teatro a rebosar para disfrutar de un hecho insólito que sólo tiene un antecedente hace 17 años, cuando el ciclo «Cine cien» exhibió la película con la banda sonora original en directo, a cargo, aquella vez, de la OSPA.


Pero ayer, con la colaboración del Ayuntamiento de Oviedo, fue un lesionado Marzio Conti -precisó fisioterapeuta para el descanso- quien dirigió con mano de hierro a una muy bien ajustada Oviedo Filarmonía, que puso en su sitio todos los acentos dibujados por Huppertz para subrayar la poderosa carga visual de Lang: las incesantes rotaciones del motor, el poderoso silbido en la ciudad subterránea, los ecos exóticos del cabaret, las alarmas disparadas en medio del desastre, las evocaciones de la «Marsellesa» y ese acorde final. Gordo, redondo, rotundo.


Contemplar «Metrópolis» aquí y ahora es raro, y uno no recibe tanto la distopía futurista como el mensaje artístico original, y ya muy codificado, que ha alimentado buena parte de la cultura contemporánea. Y gusta mucho. Eso fue lo que se dibujaba en la cara de un público intergeneracional, variopinto y múltiple. Salieron felices y algo exhaustos. Un éxito.

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