El domingo, dando un paseo por el casco antiguo de Oviedo,llegamos a la Plaza del Paraguas donde un grupo de personas se disponìa a bailar la danza prima.Animadas por Milio`l del Nido y a pesar de ser "primerizas" participamos en el baile.Es sorprendente la ilusiòn que tienen en conservar esta antigua tradiciòn.
Fuè una buena experiencia que espero poder repetir el pròximo primer domingo de septiembre.
Este es el artìculo de LNE:
Aroa FERNÁNDEZ
La tradicional danza prima regresó un domingo más a la plaza del Paraguas de Oviedo. A la una del mediodía de ayer, unas sesenta personas, en corro y unidas por el meñique, danzaron al son de los cantares típicos para la ocasión.
«No hace faltaba venir vestido de aldeano, aquí conjugamos los trajes típicos con la ropa de nuestra época», animaba María Rivas, miembro de la Asociación de Amigos de la Danza de la Plaza del Paraguas, antes de comenzar la danza. A su lado, Marcelina López se mostraba impaciente por danzar. A sus 87 años, esta socia fundadora de la asociación llevaba dos años sin poder acudir a la cita del domingo por los «achaques» de la edad. «Ahora ya estoy mejor y pienso no fallar ningún domingo, hasta que el cuerpo aguante», explicaba entusiasmada. «Lo mejor es el ambiente que tenemos y la ilusión por seguir manteniendo la costumbre».
Hace doce años que recuperaron esta tradición. Las ganas y el entusiasmo por mantener vivo el folclore asturiano hicieron que el trío formado por el folclorista Fernando de la Puente, el cuentacuentos Emilio Rodríguez, conocido como Milio'l del Nido, y el hostelero Fernando Lorenzo, el del Paraguas, pusiera en marcha la iniciativa. Cada uno con un cometido diferente. De la Puente recopiló las danzas, Milio tuvo la idea de danzar en la plaza del Paraguas y Lorenzo puso todo su empeño en que saliera adelante. «El principal deseo era no perder la tradición, seguir juntándonos para bailar la danza prima y además hacerlo en un lugar de Oviedo tan significativo como la plaza del Paraguas», apuntaba el presidente de la asociación, Manuel González. «En un principio comenzaron reuniéndose todos los domingos, pero al haber muchas mujeres de edad media con cargas familiares que no podían acudir todas las semanas, se decidió hacerlo el primer domingo de cada mes», explica.
Doce años han dado para mucho y las anécdotas son innumerables. «Una vez invitamos al catedrático Leopoldo Tolivar, no era capaz de seguir el ritmo, mucho me reí con él ese día», relataba María Rivas.
Ayer, una vez más, el centro de las miradas fueron los danzantes. Numerosos turistas se acercaron para conocer el folclore asturiano. «Me gusta que cualquiera pueda participar en el baile, en otros sitios no es así», destacaba Úrsula, tras danzar alrededor del Paraguas. «Llevamos tan sólo un día en Oviedo y nos parecía interesante conocer los bailes típicos de Asturias», explicaba su acompañante, Víctor.
Aun así, muchos ovetenses se acercaron a la plaza. «A veces vamos a ver los bailes típicos de otros lugares y lo nuestro, que lo tenemos tan cerca, no lo apoyamos», reivindicaba Ana Quirós, que venía acompañada de su amiga Manuela Álvarez. «Volveremos el primer domingo de septiembre y si nos animamos danzaremos», deseaban. Tampoco faltaron los nostálgicos, como Florentino. Este ovetense emigró hace años a Puebla (México). Ahora pasa sus vacaciones en la ciudad y no quiso perderse el baile, que le recordaba épocas pasadas, cuando él vivía en Asturias. «Vuelvo con mi mujer para que lo conozca». Cuando empezó el primer cante, Florentino se animó y acompañó en los primeros acordes. Mientras tanto, a su lado, su esposa, Natalia Sardá, mexicana, no paraba de sacar fotografías.
El grupo de baile y danza «Filandón» se encargó de darle el toque de asturianía. Las danzas, como cada primer domingo de mes, se extraen de una recopilación que cuenta con 210 de distintos concejos de Asturias. Ayer se escogió la danza prima del minero, procedente de Aller. «Es una danza tradicional», detallaba el folclorista Diego García, que hace cuatro años ha cogido el relevo de ser la voz organizadora del baile. «Me dejaron al mando con 17 años, creo que soy el más joven de las voces que participan». Como es habitual, el segundo baile fue la danza de Gamonéu de Onís, con una letra más libre y participativa. El estribillo «Que tírate a la mar morena y salada, que no vales nada» era lo único que se repetía, mientras que las estrofas eran inventadas por quien quería participar espontáneamente.
Tras el baile, los asistentes recobraron fuerzas con unas torrijas.
El objetivo es «recuperar una vieja tradición», presente hace siglos en todos los pueblos de Asturias
Hace 30 años, durante cuatro domingos, la plaza de El Paraguas fue testigo de uno de los bailes más típicos de la región, la danza prima. Emilio Rodríguez López, más conocido por todos como Milio'l del Nido, decidió hace 14 años recuperar la tradición. Desde entonces, las ruedas de amigos agarrados del meñique no han dejado de bailar en el Oviedo Antiguo.
La danza de Gamoneo fue la primera de todas. La única que el primer domingo de cada mes está asegurada. «Buscábamos algo con lo que cada uno pudiese improvisar, crear su propia estrofa y que la gente se lo pasara bien», explica de' l Nido. Lo consiguen. Domingo. Una de la tarde, el calor aprieta y las risas de los turistas, entre culines de sidra, se entremezclan con los versos de los que bailan y cantan.
El objetivo de los participantes, entre 30 y 40 cada mes, es «recuperar una antigua tradición». «La gente siempre iba al baile los domingos, pero había que estar en casa antes de que anocheciera. La única forma de quedarse un poco más era en el pueblo, entonces la gente bailaba debajo del hórreo». Allí sacaban a relucir lo que había pasado durante toda la semana: amores, política y críticas. Reza una de las conocidas rimas: «El señor obispo manda que se acaben los cantares, primero se han de acabar obispos y capellanes». Jovellanos recoge la anécdota. Según cuenta Manuel González, presidente de la que en su día fuera la Asociación de Amigos de la Danza de la Plaza de El Paraguas, «estaba de visita el Obispo en Candás cuando a la hora de la siesta las mozas empezaron a bailar y cantar, lo que, parece ser, no gustó al cura». Entonces, sonó el verso anterior «y salió a mirar la fiesta, que acabó encantándole».
Pero la famosa danza se remota aún mucho más atrás. «Fue en sus orígenes un baile guerrero religioso y exclusivo de hombres», aclara González. Un ritual en el que los guerreros, primero con lanza y después con palo de avellano, pedían a los dioses ganar las batallas. Tras ellas, volvían a reunirse: como vencedores, para agradecerlo y como perdedores, para rogar por los muertos.
Ahora lo único por lo que piden es por seguir bailando mucho tiempo. Y parece que los astros están a su favor: «Nunca llueve a la una de la tarde en la plaza de El Paraguas», asegura de'l Nido. El que quiera comprobarlo, el 2 de septiembre tiene una oportunidad.